En Santiago Uno desarrollamos varios programas para reintegrar a la sociedad a los jóvenes con menos oportunidades a través de programas individuales con los que pueden elegir su propia forma de reincorporarse.
Nuestra casa está dirigida preferentemente a los «últimos» y a los que entienden que la diversidad enriquece.
Contribuimos a un modelo de persona a la que le gusta hacer el BIEN sin condiciones, que sabe vivir con sencillez y austeridad. Habiendo obtenido una
verdadera cultura, se comprometen socialmente, adquieren responsabilidad en el trabajo y adquieren un espíritu crítico.
Queremos que, habiendo partido de una situación desfavorecida, se integren con dignidad en la sociedad, sin avergonzarse de su origen, y se conviertan en un
elemento activo para ayudar a otras personas que parten de una situación similar.
Aquí convivimos, entre otras, una comunidad cristiana y una musulmana, compartiendo y enriqueciéndonos.
Creen en nuestra metodología y se sienten seguros con ella, por lo que el 20% de los trabajadores hasta la fecha han sido alumnos de nuestra escuela.
Gestionamos 150 jóvenes en nuestras casas protegidas y nuestras escuelas tienen más de 600 alumnos..