Hace pocos días regresamos de Marruecos. Este año nos acompañó una persona muy especial: Carlos Cabrera, de la Fundación Energía sin Fronteras. Su experiencia vital y profesional ha sido increíble, tal y como reflejo en este texto que te invitamos a leer.
EL VALOR DEL AGUA EN LA MIGRACIÓN
No tengo palabras para describir el cúmulo de sensaciones que experimenté durante mis 15 días en la misión conjunta entre Mil Caminos y Energías Sin Fronteras, “Construyendo Pozos en Isseg (Marruecos)”. Encontrar una emoción es como cuando te sientas en el sillón a buscar una serie de Netflix; hay tantas que al final cuesta decidirte por alguna de ellas. Pues esto es igual, no sabría describir qué sensaciones revolotean mi cuerpo, algunas hasta se mezclan y crean nuevas … una cosa muy loca.
Haré como me dijo Jesús G., escribir sin pensar, expresarme y ya, sin planificar… estoy convencido de que al final podré descubrir la sensación que mejor definirá la experiencia.
Toda esta historia empieza en una escuela de niños beréberes en una región del interior abandonada tras la marcha de España allá por los años 70 de esas tierras saharauis. Durante este verano, la escuela no ha estado ocupada por esos niños, sino por los chicos de la fundación Mil Caminos a los que se les brindó la oportunidad de reencontrarse a través del programa “Llenando Escuelas”. Esta oportunidad fue dirigida por un EQUIPO en mayúsculas. Educadores y voluntarios con una forma de enseñar fuera de los cánones, las reglas, los procedimientos, las planificaciones… una, en la que lo único que contaba era la superación del día a día, nada más. En estos lugares, de poco servía trazar un plan; tuvieron que adaptarse al entorno hostil en el que se encontraban para poder guiar a los chicos en la construcción de pistas deportivas durante los abrasadores días de verano. En eso consistía este programa. Como decía Rocío en una de nuestras conversaciones,
… para llevar a cabo este objetivo debemos seguir una desorganización bastante bien organizada.
Y es que es eso exactamente lo mismo que hacen los habitantes de estas comunidades, afrontar el día a día, casi sin pensar en el mañana, superando los retos propios de estos lugares tan extremos.
Allí, en Tighouza, en la provincia de Sidi Ifni, existen multitud de comunidades diseminadas que viven con muy poco, y ese poco, lo tienen que usar con moderación, sobre todo el agua. Un bien escaso que en esta época es considerado más importante que el oro. Esto se debe a que durante estos meses de verano las lluvias son prácticamente nulas y los ayuntamientos cortan el agua, justo cuando las temperaturas superan los 50 grados. Durante este infierno, los habitantes deben recorrer grandes caminos montados en burros o cargando carretillas con garrafas de plástico vacías en búsqueda de agua.
Ese fue, es y será el propósito principal de esta misión “Construyendo Pozos en Isseg”: buscar y facilitar el acceso al agua potable para que las personas de estas regiones puedan pensar en otra historia más allá que en el hecho de conseguir agua cada día. Fácil de escribir, pero muy difícil de vivir. Fuimos con la intención de encontrar esa agua que se deposita y almacena en los acuíferos a más de 150 metros de profundidad durante los meses de invierno. Nuestro cometido era fácil; dos pozos, dos ensayos, y si había tiempo, alguno más. Esto resumía todo. Tardé muy poquito en darme cuenta de que, por muy simple que pareciera todo, no iba a ser tan sencillo, necesitaríamos recurrir a una desorganización organizada, como decía Rocío.
Ya en marcha, me fueron sorprendiendo los datos que íbamos obteniendo. Aquí te suelto uno de ellos: resulta que una familia de unas 8 personas utiliza entre 50 y 60 litros de agua por día. ¿¿Parece mucho??, ¿¿qué pensarías si te dijera que en España se utilizan del entorno de 120-200 litros por persona y día?? No te preocupes en calcular, ya te lo digo yo, la misma familia en el mundo occidental puede llegar a consumir 1.600 litros al día. Quizás, ya no hacía falta preguntarse el porqué de tanta migración; jóvenes, mujeres y niños fundamentalmente emigran básicamente por cosas como esta.
Fue curioso que todas las familias con las que hablábamos, sin excepción, tenían en común que algunos de sus miembros, o bien iban a subirse a una patera, o lo habían hecho ya. Y más curioso fue todavía que cuando les preguntabas qué les gustaría ser de mayor, te respondían que no sabían… No lo saben porque en sus comunidades no hay recursos, ni si quiera uno tan esencial como es el agua. Lo que sí me quedó claro es que no emigran para ser futbolistas, ni para robar; emigran para poder vivir dignamente y, sobre todas las cosas, para poder mantener a sus familias.
Estuvimos ensayando bajo condiciones muy duras durante larguísimos días y afortunadamente pudimos llegar a la conclusión de que existen posibilidades, comprobamos que en los acuíferos hay agua suficiente como para dar un poco de esperanza a aquellas comunidades que ya empiezan a hacer grandes esfuerzos construyendo sus propios sondeos y sus pequeños depósitos. Ahora solo les quedaría un último paso, conseguir los equipos de bombeo y los paneles solares, y es para lo que hemos estado ahí, para hacer que eso ocurra.
Sinceramente creo que los chicos de Mil Caminos que vienen desde España aún no saben lo que realmente aportan a estas familias. Pequeños héroes que no solo construyen pistas donde los niños beréberes reirán, correrán y crecerán felices entre tanta pobreza, sino que, gracias a ellos, estas personas podrán decir algún día que Energía Sin Fronteras estuvo allí ayudándoles a sacar otro recurso más que les permitió quedarse en su hogar y mantener a sus familias unidas, el agua. Estoy convencido de que este grandísimo esfuerzo hará que estos chicos refuercen su autoestima y les hará conscientes de lo que realmente valen.
Después de esta reflexión solo me queda elegir esa serie de Netflix que andaba buscando entre tantas sensaciones, se llama GRATITUD. Ese es el sentimiento que me llevo de esta experiencia. Gracias a los chicos de Mil Caminos porque gracias a ellos he tenido esta oportunidad de abrir los ojos, gracias por enseñarme tanto y hacer que entienda que la vida es eso. Dar.
Carlos Cabrera
Energía Sin Fronteras