Es una realidad vivida cada día en la Casa Escuela Santiago Uno. También en las puertas de la Navidad.
Hemos crecido mucho es verdad. Pero se nota que todas las escuelas pueden ser familia, incluso el mundo.
La evaluación es para descubrir los talentos de profesores y alumnos. La libertad para que cada uno exprese lo mejor de sí mismo. Entra en todos los curriculum y si no se adaptan. Primero la persona. Además ahora hay que evaluar por competencias para la vida.
En el día de hoy unos cocinan, otros limpian, otros hacen terapias, otros dan clase, otros preparan la fiesta, otros la celebran. La armonía de la confianza porque todos conocemos lo mejor del compañero. No recriminamos el lado oscuro, nos centramos en brindar la oportunidad a todos de brillar.
Es cuestión de dejar espacios, sin controladores. Sabemos que cada uno va a dar su mejor versión y así ha sido, magia pura durante todo el año. De esta escuela forman parte las risas y los llantos, también puntúan las lágrimas, no por pena, sino por capacidad para emocionar y emocionarse.
No nos puede juzgar la escuela de las guerras, de las desigualdades, de los que acaban la Universidad y no han vivido. Puede que el fracaso escolar en algunas escuelas sea un éxito.
Se procuran los mejores salarios para profesores y alumnos, la mejor conciliación, se trabaja y se estudia cooperativamente, se reparte y comparte lo que se consigue, las subvenciones, los conciertos y todos nos equivocamos. La razón para las decisiones lo marca la vulnerabilidad del alumno antes que el presupuesto. Es una educación para la salud y la enfermedad en la amistad. No se admiten daños colaterales.
Por supuesto en la fiesta navideña ha habido premios naranja y limón para educadores y chicas.
La innovación son respuestas a necesidades. Por ejemplo, una formación profesional básica a domicilio, para brillantes jóvenes gitanas con hijas que empezaremos en el nuevo año. Si hay comida basura a domicilio regida por exitosos alumnos de multinacionales, por qué no va a haber buena escuela y buena sanidad.
Gracias a los muchos educadores y profesores del planeta que creen en todos sus alumnos tan diversos. Gracias a los alumnos que quieren integrarse en esta sociedad para mejorarla. Nuestros alumnos quieren llegar a la Universidad y al Parlamento para mejorarlo. Otros serán agricultores, o pastores para mejorar la sostenibilidad.

Jesús Garrote, director de la Casa Escuela Santiago Uno